Andrés Curiel es uno de los jóvenes beneficiarios de una de las 10 bolsas de verano destinadas a la investigación que convocó el Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE). Este estudiante cacereño afronta con ilusión un mes de trabajo en el que desarrollará sus aptitudes investigadoras y profesionales. “Cuando me enteré de que me seleccionaron me puse muy contento, fue una pequeña sorpresa ver mi nombre en la lista de admitidos”, afirma. Curiel Barroso avanzará en su proyecto sobre ondas gravitacionales junto con la ayuda de investigadores como Thomas Dent o Gareth Davies.
Enrico Fermi y David J.Griffiths, dos pilares esenciales para el investigador
Curiel Barroso nunca tuvo claro que terminaría dedicando su carrera el campo de la física hasta el bachillerato. Fue en esta etapa donde decidió embarcarse en un plan de estudio a largo plazo: “Descubrí que la física me aportaba retos con los que se me pasaba el tiempo volando”. Entretanto, se dejó maravillar por eminencias del terreno como Enrico Fermi. “Fue el arquitecto de la era nuclear. De hecho, inauguró una escuela de física nuclear en Italia, a pesar de que en ese país todavía no se presentaban grandes avances en la física de partículas”, apunta. También bebió de autores divulgadores como Richard Feynman o David J. Griffiths, de quien opina que su talento para hacer la física fácil es una virtud.
“En vez de ver cables y componentes, veo electrones que alimentan dispositivos”
Andrés Curiel considera que lo más atractivo de la física es su capacidad para explicar los hechos fundamentales de la naturaleza con un lenguaje preciso e iluminador. Le apasionan los conceptos abstractos que describen aspectos de la realidad que no se perciben a simple vista, como la interacción entre partículas. Siente gran devoción por la física, tanto es así que la encuentra y reflexiona sobre ella a través de aspectos del día a día, como el movimiento de una cuchara. “En las instalaciones eléctricas, en vez de ver cables y componentes electrónicos empiezo a pensar en los electrones que con su movimiento son capaces de alimentar esos dispositivos”, añade.
El investigador ocupa gran parte de su tiempo libre en avanzar en las ramas que se tratan de forma superficial en las clases. En tercero de carrera empezó a interesarse por las actividades extracurriculares. “Tuve la suerte de visitar el detector ATLAS, dónde se descubrió ese Bosón de Higgs que dio lugar a un premio nobel, una experiencia que me animó a seguir haciendo actividades de este tipo”, explica.
“Aquí estoy, voy a sacar todo lo que pueda de esta experiencia”
El tablón de anuncios de la facultad fue el puente entre Andrés Curiel y el Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE). Gracias a esa noticia, el estudiante se trasladó desde Salamanca, donde realiza sus estudios, hasta Santiago de Compostela. Pese a todo, Andrés admite adaptarse a los cambios con facilidad y considera esta ciudad como un lugar propicio para la investigación. “Aquí estoy, voy a sacar todo lo que pueda de esta experiencia, siempre con buena cara y con más intención de aprender que de preocuparse”, adelanta el joven.
El proyecto de Andrés Curiel va de descifrar mensajes. Así lo define el estudiante de forma sencilla. “Por ahora estamos trabajando en caracterizar una información nueva que relacionamos con detalles que ya conocemos y que vienen de las mismas fuentes”, matiza. Por el momento indagan en aspectos sobre el posible vínculo de fenómenos como los agujeros negros o las estrellas de neutrones con esta información.
Sobre sus expectativas, el futuro científico confía en que el Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE) le ayude a utilizar herramientas informáticas, algo que, bajo su óptica, no se trabaja tanto en el grado. Además, espera que esta experiencia sea para él determinante a la hora de decidir su futuro. Al hablar de su porvenir, Andrés Curiel prefiere pensar que tiene opciones abiertas: “Mi intención es mantener una nota media alta y emprender más experiencias extracurriculares como esta”.