Las Residencias ArtLab IGFAE nacen para tejer hilos entre la física y la creación contemporánea gallega

12.06.2025
Desde el 11 hasta el 13 de junio, más de 40 investigadores e investigadoras se reúnen en la Facultad de Ciencias Políticas de la USC para diseñar la nueva actualización (Upgrade 2) del detector de vértices (VELO) del experimento LHCb, una de las principales colaboraciones del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear).
El evento, organizado por el IGFAE, cuenta con la participación de personal experto del propio CERN, el Instituto de Física Subatómica de Ámsterdam (Nikhef) y universidades como las de Oxford, Milán, Cagliari, Birmingham, Liverpool, Manchester, Frascati, Warwick, Río de Janeiro, además del Centro Nacional de Microelectrónica (CNM-CSIC) y otras instituciones.
Las jornadas se centran en el desarrollo del nuevo VELO, abordando el I+D+i necesario en sensores de silicio, diseño de chips, mecánica, refrigeración y electrónica del detector, con el objetivo de trazar un calendario de trabajo y las principales decisiones tecnológicas que se tomarán en los próximos años la este respeto.
El experimento LHCb estudia la asimetría entre materia y antimateria a través del quark b (beauty). Forma parte del Gran Colisionador de Hadróns (LHC), situado en la frontera franco-suiza bajo la sede del CERN, y cuenta con la participación de unas 1.800 personas de mas de 100 instituciones en 24 países.
El IGFAE es miembro fundador de LHCb y el centro de investigación español con mayor implicación en el proyecto, liderando tareas clave como la construcción del Silicon Tracker, o VELO, el análisis de datos y la futura actualización del experimento (Upgrade II).
El detector VELO mide con alta precisión los vértices primarios (colisión de protones) y secundarios (decaimiento de partículas como los hadrones B, que contienen quarks b). Dado que estas partículas tienen venidas muy cortas, VELO sitúa sus sensores de silicio a solo 5 mm del haz de partículas. Para evitar daños, los sensores se mantienen alejados durante la inyección del manojo y se acercan una vez estabilizado. Aunque los hadrones B no se detectan directamente, su presencia pueden inferirse con una precisión inferior a 10 micras gracias a las mejoras tecnológicas desarrolladas por equipos como el del IGFAE.